Esta es una pregunta que se suele repetir en bastantes ocasiones en la práctica diaria en el gabinete dental. Los pacientes que inician un tratamiento de ortodoncia, o se realizan una limpieza y quieren mantener su estado de salud dental, buscan que su salud esté siempre en la mejor situación.
Un poco de historia…
Si nos remontamos al origen de cada cepillo nos sorprenderá que su uso no es tan lejano como podamos pensar. Si bien el origen del cepillo manual obviamente es anterior, nos remontaríamos al siglo XV en donde un Emperador Chino utilizaba un mango de hueso con pelos de cerdo en su cabezal, de ahí que a veces se nombre a los pelos del cepillo de “cerdas”. Pero no es hasta el siglo pasado en el que en 1930 se concibió el cepillo como hoy en día lo entendemos con un mango de pasta y unas cerdas artificiales de nylon. En cambio el cepillo eléctrico se remonta a mediados del siglo XIX, a 1950.
El reto fundamental al principio era su funcionamiento según la fuente eléctrica, al principio la tomaban directamente de la red eléctrica y llevaba cable, luego se fueron desarrollando baterías las cuales le daban cierta autonomía aunque no cargaban adecuadamente. Aunque el origen del cepillo eléctrico estaba en facilitar el cepillado a pacientes con movilidad reducida luego se ha extendido su uso todo tipo de población.
Manual vs Eléctrico
Hoy en día se ha impuesto la creencia que los cepillos eléctricos son mejores que los manuales, en gran medida por la gran presión comercial de las marcas que los promocionan, si bien es cierto que los de cabezal basculante y oscilante limpian algo mejor la placa en las zonas gingivales, hay otros factores a tener en cuenta que consiga un buen cepillado, como son la técnica a realizar, el cepillado y su duración, juntándolos todos es como se consiguen los buenos resultados de cepillado. Es por ello que no nos deberemos centrar únicamente en “¿Cual es mejor cepillo?, sino si ¿Sabemos bien como nos tenemos que cepillar? o ¿Me cepillo lo suficiente para tener los dientes bien limpios?
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